Cuando yo tenía catorce años,
me hacían trabajar hasta muy tarde.
Cuando llegaba a casa, me cogía
la cabeza mi madre entre sus manos.
Yo era un muchacho que amaba el sol y la tierra
y los gritos de mis camaradas en el soto
y las hogueras en la noche
y todas las cosas que dan salud y amistad
y hacen crecer el corazón.
A las cinco del día, en el invierno,
mi madre iba hasta el borde de mi cama
y me llamaba por mi nombre
y acariciaba mi rostro hasta despertarme
Yo salía a la calle y aún no amanecía
y mis ojos parecían endurecerse con el frío.
Esto no es justo, aunque era hermoso
ir por las calles y escuchar mis pasos
y sentir la noche de los que dormían
y comprenderlos como a un solo ser,
como si descansaran de la misma existencia,
todos en el mismo sueño.
Entraba en el trabajo.
La oficina
olía mal y daba pena.
Luego,
llegaban las mujeres.
Se ponían
a fregar en silencio.
Veinte años.
He sido
escarnecido y olvidado.
Ya no comprendo la noche
ni el canto de los muchachos sobre las praderas.
Y, sin embargo, sé
que algo más grande y más real que yo
hay en mí, va en mis huesos:
Tierra incansable,
firma
la paz que sabes.
Danos
nuestra existencia a
nosotros
mismos.
Antonio Gamoneda nació en Oviedo en 1931; al año siguiente murió su padre, autor del libro de poemas: Otra más alta vida (1919). Este fue el único libro que su madre, cuando, en 1934, se trasladó a León por problemas de salud, se llevó de la biblioteca paterna. Su importancia es fundamental, porque en él aprendió a leer Gamoneda.
De formación autodidáctica, comenzó a trabajar a los 14 años como recadero en el Banco Mercantil, en el que permanece hasta 1969.
En este poema Gamoneda refleja esos años de duro trabajo para él, siendo sólo un muchacho que anhelaba poder salir a jugar con sus amigos; y cuando por fin dejó de trabajar allí, veinte años más tarde, su adolescencia ya había pasado, cuando ya tenía tiempo de jugar por el campo, ya tenia la edad de empezar a trabajar.
He elegido este poema porque considero que plasma muy bien situaciones actuales. Este poeta fue, simplemente, uno de los tantos niños que por circunstancias de la vida, han tenido que dejar los estudios y ocupar sus horas de juego trabajando.
Según las mismas palabras de Gamoneda, él ha vivido en unos años muy tristes y duros para los españoles (la dictadura franquista,), y por ello no quiere servir de ejemplo para nadie, porque sabe lo que es trabajar todo un día, y aún así, vivir humildemente.
1 comentario:
Estuve a punto de escoger este poema porque me llamó la atención.
Gamoneda plasma su infancia trabajando en el campo, como era habitual anteriormente, hasta que con el paso del tiempo se puso a trabajar.
Todos los poemas de este autor, en general, no tienen desperdicio porque en ellos refleja toda su vida, sus sucesos, sus recuerdos..
Besos,Cristina.
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